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Presentar un gato a tu perro, cómo hacerlo

Presentar un gato a un perro, un proceso delicado.

La leyenda de que perros y gatos son enemigos irreconciliables es totalmente incierta, lo que no quita que tengamos que seguir una serie de pautas a la hora de presentar un gato en un hogar con perro.

De manera general el gato es una mascota mucho más tranquila que el perro. Como consejo más genérico decir que para presentar un gato en nuestro hogar lo tenemos que hacer de forma paulatina y sin estrés para el felino. Una mascota en casa nos proporciona muchos beneficios para nuestra salud (te los contamos aquí), pero hay que tener cuidado cuando llegan mascotas nuevas a casa. Un exceso de estrés o una animosidad excesiva del perro hacia el gato puede convertirlos en enemigo irreconciliables. Te contamos como evitar este extremo.

Evitemos un exceso de ansiedad en el gato. Introducción gradual.

De manera general la primera vez que un perro ve a un gato, el mismo suele excitarse. Intenta oler al gato, acercarse, empujarlo, jugar con él, etc.  Tenemos que intentar evitar este extremo. De primeras es poco recomendable un encuentro en “campo abierto”.

Lo ideal es proporcionar al gato una habitación en la que no pueda entrar el perro. Así durante un par de días el perro y el gato poco a poco pueden ir aclimatándose al olor del otro.

Otro aspecto recomendable puede ser intercambiar ciertos “trapos” impregnados del olor de cada uno. Esto aclimatará a ambos y el futuro encuentro será menos traumático.

Cuidando el primer encuentro. Riesgos inherentes

Tal y como hemos comentado este primer encuentro ha de ser controlado. Cada uno de los animales ha de estar en una punta de la habitación y ambos han de estar comidos y acompañados a ser posible por una persona, sobre todo el perro. Recordad que incluso jugando un perro puede matar a un gato.

Intenta que en todo momento el perro esté tranquilo, si es posible sentado. Siempre con su correa para rectificar cualquier tipo de conducta. Estos primeros encuentros siempre han de ser cortos, apenas unos minutos, para que ninguno de los 2 empiece a sentirse incómodo (principalmente el gato).

Intercambiando papeles.

Momento de sacar al gato de su habitación. Al perro le toca entrar en la misma para no molestar al gato mientras este reconoce la casa. Esto lo haremos varios días de manera que el gato pueda reconocer la casa y sentirse cómodo en la misma.

De la misma manera el perro se acostumbrará aún más al olor del gato. Así facilitaremos que no se excite en demasía cuando lo vea. Necesitamos tiempo para que le felino sienta la casa como suya.

Educando al perro

Pasado este periodo, llega el momento de educar al perro a comportarse con su nuevo compañero de piso. Siempre con una correa, rectificaremos la conducta de nuestro peludo cuando no sea respetuosa con el gato. Correcciones livianas. Lo último que queremos es que el perro relacione al gato con castigos severos del propietario.

Dicho esto el perro también ha de entender que el gato necesita su espacio y que ha de respetar al mismo. Estas correcciones no deben de ser excesivamente complejas y el perro rápidamente suele entender cuáles han de ser sus pautas de comportamiento. Como siempre en este caso, intentemos más un refuerzo positivo de conducta que uno negativo.

Alimentación

Suele ser más o menos habitual que el perro en un primer momento intente comerse la comida del gato (suele ser más sabrosa al llevar más carne). Durante las primeras semanas los comederos/bebederos deben estar todo lo separados que podamos y si es posible el del gato en algún lugar en altura que el perro no pueda acceder.

Y estos son a grandes rasgos los consejos que os podemos dar. No es un proceso difícil ni complejo pero hay que tener paciencia y entender lo que el respeto ha de significar entre ellos. Al final no son tan diferentes de las personas, ¿a que no?

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